El día no daba para otra cosa, la calor era terrible, así que hacia el campo fuimos. Demasiado fulminante el dios sol para mi gusto, así que me entregué al sonido del viento jugando con las copas de los árboles sobre mí, un viaje que me abstrajo totalmente de la realidad... poco a poco me fui dejando llevar hacia la NADA: LA NADA DE LA NADA
Pero creo que esta imagen vale más que 10.000 de mis burdas y toscas palabras....

y el viento venía acompañado, por detrás llegaba la lluvia, que con caprichosas gotas nos salpicaba enteros, hasta que la tormenta furiosa nos obligó a refugiarnos, para admirarla desde dentro.

Volvimos, pero sólo para seguir sintiendo el fresco aire en mi cara mientras trotaba, no hay sensación más linda que terminar de correr y sentirte liviano como una pluma, y no toneladósico (de muchas toneladas, por si no se entendió el concepto) como morsa de acuario. ¿Cuánto me durará este impulso? ¿Alguien sabe cuánto duran estas ganas repentinas de salir a correr?
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